"Soy una mujer hetero y me excitan las mujeres atractivas... Es hora de que lo entiendas".
La ciencia señala este hecho y los expertos lo explican perfectamente... con imaginación no hay genitales
¿Hay algo que excite tanto a una mujer heterosexual como la imagen de un hombre atractivo desnudo y en actitud sugerente? Sí: la imagen de una mujer atractiva desnuda y en actitud sugerente.
Lo afirman investigadores de laUniversidad de Essex (Reino Unido) después de analizar las reacciones de 345 féminas a las que proyectaron vídeos eróticos masculinos y femeninos.
Las espectadoras hetero respondían en ambos casos con similar dilatación de pupilas, prueba concluyente, según los científicos, de que los vídeos de hombres y mujeres les excitaban por igual. Las espectadoras lesbianas, en cambio, solo registraban el indiscreto efecto ocular con las imágenes femeninas.
Lo afirman investigadores de laUniversidad de Essex (Reino Unido) después de analizar las reacciones de 345 féminas a las que proyectaron vídeos eróticos masculinos y femeninos.
Las espectadoras hetero respondían en ambos casos con similar dilatación de pupilas, prueba concluyente, según los científicos, de que los vídeos de hombres y mujeres les excitaban por igual. Las espectadoras lesbianas, en cambio, solo registraban el indiscreto efecto ocular con las imágenes femeninas.
Antes de explicar la razón de estas reacciones, conviene aclarar las diferencias entre sexos en su relación con los estímulos picantes.
Para empezar, ellas se inspiran sexualmente de forma diferente de los hombres.
“El varón es mucho más ‘visual’ y a la mujer le atrae más el contexto. También somos más auditivas”, distingue Marta Pascual, sexóloga y psicóloga general sanitaria de Madrid. "Determinadas imágenes pueden provocar rechazo en las mujeres", concluye. Dan igual los cromosomas de quien las protagonice.
Para empezar, ellas se inspiran sexualmente de forma diferente de los hombres.
“El varón es mucho más ‘visual’ y a la mujer le atrae más el contexto. También somos más auditivas”, distingue Marta Pascual, sexóloga y psicóloga general sanitaria de Madrid. "Determinadas imágenes pueden provocar rechazo en las mujeres", concluye. Dan igual los cromosomas de quien las protagonice.
Investigaciones realizadas en 2004 por expertos de la Universidad de Emory(Atlanta, EE UU) encontraron una explicación a esa disyuntiva visual.
Los hombres reaccionan como un resorte ante las imágenes porque estas activan la amígdala cerebral y el hipotálamo más intensamente que en las mujeres.
La amígdala, exponía otro estudio de la Universidad de Howard (Washington DC, EE UU), es un centro cerebral que maneja aspectos relacionados con el miedo y la seguridad y, por tanto, con el aprendizaje de cosas que creemos que son relevantes para sobrevivir.
La respuesta sexual, recordaban estos investigadores, es un proceso esencial para la supervivencia de las especies.
Este es un instinto más desarrollado por el hombre, que se basa en lo que observa para la excitación, como asegura el ensayo.
La mujer está viendo un cuerpo desnudo, pero lo que observa no es, en absoluto, muy importante porque la imaginación… echa a volar.
El ingenio femenino desempeña un papel importante. Donde los hombres solamente ven una foto explícita, las mujeres esbozan toda una historia detrás.
“Nosotras somos más globales y más estéticas. Los hombres son más genitalizados”, disocia la psicóloga y sexóloga Ana Adán, del gabinete Tú y Yo Psicólogos (Madrid): “Nosotras necesitamos más historia: no solo el genital o el coito. Preferimos imaginar la historia completa”.
“Nosotras somos más globales y más estéticas. Los hombres son más genitalizados”, disocia la psicóloga y sexóloga Ana Adán, del gabinete Tú y Yo Psicólogos (Madrid): “Nosotras necesitamos más historia: no solo el genital o el coito. Preferimos imaginar la historia completa”.
“A las mujeres nos excita el contexto. Y no tanto que el protagonista del relato sea hombre o mujer. El ambiente erótico nos hace sentirnos deseadas y deseantes, indica Marta Pascual. También hay razones culturales. “Los hombres heterosexuales tienen un problema a la hora de excitarse, porque a veces albergan pensamientos bloqueantes”, añade esta sexóloga. “Si piensan en excitarse entre ellos con una imagen, digamos, homoerótica, aparece el conflicto. No se dan a sí mismos permiso para ello. Están más condicionados, porque piensan: ‘Si veo una imagen de un hombre y me gusta, ¿será que soy homosexual?’. Las mujeres no nos definimos a través de lo que nos excita, no entra en conflicto con nuestra orientación".
Porno divertido, cálido y humano
Si las mujeres heterosexuales se ponen a tono con una imagen erótica femenina (en foto o vídeo), no es extraño, por tanto, que hayan experimentado algo parecido ante personas de carne y hueso de su mismo sexo. Hasta un 60% han percibido alguna vez ese agradable cosquilleo, según una encuesta realizada en 2011 por las universidades de Boise (Idaho, EE UU) y Arizona (EE UU) entre sus estudiantes. Un 45% había besado a otra mujer. Y la mitad admitía tener habitualmente fantasías con mujeres. El 68% de las encuestadas se definía como “exclusivamente heterosexual”.
“La iniciación a la sexualidad se da en muchas mujeres a través de amigas”, analiza Ana Adán. “En multitud de ocasiones es por juego, por probar. No significa que haya una atracción. Nosotras vemos la orientación de una manera muy distinta de los hombres”.
Este escenario, donde los genitales o la inclinación sexual no son tan relevantes a la hora de fantasear o, por qué no, incluso probar, no encaja con la pornografía dominante, donde lo explícito aplasta a lo onírico.
De ahí que tan solo uno de cada cuatro consumidores de porno online, según la estadística de la web PornHub, sea mujer.
Así lo desarrolla la periodista y feminista británica Caitlin Moran en su libro Cómo ser mujer: "Sospecho que la pornografía femenina, cuando empiece realmente a andar, será algo muy distinto: cálido, humano, divertido, peligroso, psicodélico, con parámetros completamente diferentes a la pornografía masculina". Y donde un cuerpo desnudo solo sea una excusa para empezar soñar, más allá de los detalles de su vulgar anatomía.