La epilepsia (del latín
epilepsĭa, y este del griego ἐπιληψία,
intercepción) es un trastorno provocado por un desequilibrio en la actividad
eléctrica de las neuronas de alguna zona del cerebro.
Esta enfermedad ee caracteriza
por uno o varios trastornos neurológicos que dejan una predisposición en el
cerebro a padecer convulsiones recurrentes, que suelen dar lugar a
consecuencias neurobiológicas, cognitivas y psicológicas.
Una convulsión o crisis
epiléptica o comicial es un evento súbito y de corta duración, caracterizado por
una anormal y excesiva o bien sincrónica actividad neuronal en el cerebro.
Las crisis epilépticas suelen ser
transitorias, con o sin disminución del nivel de consciencia, movimientos
convulsivos y otras manifestaciones clínicas.
La epilepsia puede tener muchas
causas.
Puede tener origen en lesiones
cerebrales de cualquier tipo (traumatismos craneales, secuelas de meningitis,
tumores, etc.) pero en muchos casos no hay ninguna lesión, sino únicamente una
predisposición de origen genético a padecer las crisis.
Cuando no hay una causa genética
o traumática identificada se llama Epilepsia idiopática y los genes desempeñan
un papel de modulación del riesgo de que ocurra un episodio y también en la
respuesta al tratamiento.
Para diagnosticar un paciente
epiléptico se requiere conocer los antecedentes personales y familiares y, por
lo general, se corrobora con un electroencefalograma (EEG).
Forman parte del diagnóstico estudios de imagen, mientras que se reservan los procedimientos diagnósticos más especializados para casos muy puntuales.
Forman parte del diagnóstico estudios de imagen, mientras que se reservan los procedimientos diagnósticos más especializados para casos muy puntuales.
El tratamiento habitual consiste
en la administración de medicamentos anticonvulsivos aunque se puede recurrir a
la cirugía en casos de tratamiento muy difícil
La epilepsia causa múltiples efectos en la vida cotidiana del paciente, de manera que el tratamiento debe incluir el abordaje de estos efectos.
La epilepsia causa múltiples efectos en la vida cotidiana del paciente, de manera que el tratamiento debe incluir el abordaje de estos efectos.
El término epilepsia puede
resultar confuso, ya que en el se suele utilizar indiscriminadamente
para toda aquella persona que presenta una convulsión, de tal manera que un
individuo puede haber tenido una convulsión por niveles
bajos de azúcar en la sangre o un niño con una fiebre alta.
No obstante, la epilepsia describe
un trastorno en el que una persona tiene convulsiones recurrentes
en el tiempo debido a un proceso crónico subyacente, de causa desconocida o no.
No todas las personas que padecen una convulsión son diagnosticada como epilepticos.
No todas las personas que padecen una convulsión son diagnosticada como epilepticos.
Para que una persona sea diagnosticada de epilepsia es necesario que haya presentado episodios de crisis epilépticas o un episodio asociado a hallazgos patológicos en el electroencefalograma
Las crisis epilépticas se
clasifican en función de la sintomatología que presentan, y cada tipo/subtipo
se cree que representa un mecanismo fisiopatológico y sustrato
anatómico.
La caracterización del tipo de
crisis epiléptica no solo tiene implicaciones descriptivas de cómo es la
crisis, sino que es una entidad diagnóstica en sí misma, con implicaciones etiológicas, terapéuticas y pronósticas peculiares.
Cada tipo de epilepsia tiene
diferentes manifestaciones que se determinan a través del tipo de crisis
epiléptica,..
El estudio del electroencefalograma no siempre informa que
haya indicios de epilepsia porque muchas veces algunos cambios eléctricos se
producen en zonas tan profundas dentro del cerebro que
el electroencefalograma no los puede detectar.
Lo mismo que en las convulsiones,
se diferencia también en las epilepsias entre formas generalizadas y focales,
dependiendo de si están acompañadas de convulsiones generalizadas o focales.
La mayor parte de las epilepsias,
según su etiología, son epilepsias residuales, esto es epilepsias como secuela,
como “residuo”, de un trastorno cerebral anterior ya concluido.
Estas epilepsias residuales o de
defecto pueden ser consecuencia de una enfermedad infecciosa durante el embarazo (por
ej. larubeola),
falta
de oxígeno durante el nacimiento, por una encefalitis padecida
durante la niñez o por una contusión cerebral sufrida a causa de un accidente.
Éstas son las denominadas
epilepsias sintomáticas.
Por proceso epileptilco se entiende
una enfermedad-epilepsia, consecuencia de una enfermedad neurológica progresiva
(proceso en continuación, no concluido).
El ejemplo más importante y común
en un proceso de epilepsia es el tumor
cerebral; aunque también pueden conducir a una epilepsia los trastornos vasculares o algunas
enfermedades metabólicas..
Las epilepsias en las que se
presume un origen orgánico, pero que aún no puede ser probado, se denominan
epilepsias criptógenas (criptógena = origen oculto), mientras que las
epilepsias idiopáticas son aquellas que tienen un origen hereditario y su cuadro
clínico y hallazgos electroencefalográficos siguen un patrón rígido.
Una crisis epiléptica o
convulsión ocurre cuando una actividad anormal eléctrica en el cerebro causa
un cambio involuntario de movimiento o función del cuerpo, de sensación, de la
capacidad de estar alerta o de comportamiento.
La crisis puede durar desde unos segundos hasta
varios minutos,
e incluso en algunas crisis parciales pueden llegar a ser continuas, durando días, semanas o meses.
Los síntomas que experimenta una persona durante una crisis epiléptica dependen del lugar en el cerebro en el cual ocurre la alteración de la actividad eléctrica. Por lo tanto, el cuadro clínico varía dependiendo del tipo de síndrome epiléptico causante de las crisis.
Se denominan crisis tonico-clónicas (también llamada de grand mal) a aquellas en el que el paciente pierde el sentido y se desploma, se pone rígido y tiene espasmos musculares.
Los síntomas que experimenta una persona durante una crisis epiléptica dependen del lugar en el cerebro en el cual ocurre la alteración de la actividad eléctrica. Por lo tanto, el cuadro clínico varía dependiendo del tipo de síndrome epiléptico causante de las crisis.
Se denominan crisis tonico-clónicas (también llamada de grand mal) a aquellas en el que el paciente pierde el sentido y se desploma, se pone rígido y tiene espasmos musculares.
En las crisis parciales
complejas, el paciente puede parecer confundido o aturdido y no podrá responder
a preguntas ni a instrucciones.
Sin embargo, no todas las crisis
son tan notables. Existen ataques muy leves (petit mal), los cuales apenas
pueden ser percibidos por las personas de alrededor, siendo la única
manifestación de la crisis epiléptica un parpadeo rápido o algunos segundos de
mirada perdida con desconexión del medio; a este tipo de crisis epilépticas se
les denomina ausencias y son relativamente frecuentes durante la
infancia.
La epilepsia así como las crisis
epilépticas pueden en la actualidad recibir un tratamiento con resultados aceptables.
En la mayoría de los casos, las epilepsias de la infancia se curan en la pubertad.
Cuando
la epilepsia se debe a una lesión claramente visible y esa lesión es eliminada quirúrgicamente,
se reduce la intensidad y frecuencia o bien, en muchos casos, se cura la
epilepsia.
Por lo tanto, al comienzo del
tratamiento se examina al individuo, en busca de causas de la epilepsia que se
puedan eliminar, por ejemplo, la operación de un tumor
cerebral o la supresión o mitigación de un trastorno metabólico.
En otros casos esto no es
posible, ya sea porque no se ha encontrado ninguna causa o porque ésta no pueda
ser eliminada, como es el caso decicatrices, malformaciones en el cerebro o
una predisposición inherente a las convulsiones. El objetivo en estos casos es
la eliminación de los ataques por medio de medicamentos u
operaciones quirúrgicas.
De cada diez pacientes tratados
con medicamentos: 6
logran control de la epilepsia; 2 presentarán algún tipo de mejoría notable y 2
no experimentarán mucha mejoría.
En algunos casos un tratamiento
quirúrgico puede ser más ventajoso que el farmacológico; esto sucede
normalmente sólo en el caso de epilepsias focales y de momento afecta a menos
de un 5 % de todos los enfermos epilépticos
La terapia “clásica” que se
realiza en más del 90 % de todos los enfermos epilépticos es a través de medicamentos inhibitorios
de las crisis conocidos como antiepilépticos.
Normalmente esta terapia
medicamentosa se realiza a lo largo de muchos años.
Gracias a ello muchos de los
pacientes tratados (un 60 % aproximadamente) reducen de manera importante
la frecuencia de las crisis y en más del 20 % de los casos se consigue
alguna mejora.
La tolerancia de los fármacos
antiepilépticos (AED, por sus siglas en inglés) no es muy buena en general.
el médico debe escoger , como es lógico
, el tipo de fármaco y la dosis más adecuada que evite el máximo posible los
efectos secundarios.
El fármaco antiepiléptico
concreto debe ser individualizado en función del síndrome epiléptico, tipo de
crisis, edad del paciente, otras patologías que sufra el paciente, interacción
con otros medicamentos, características específicas del paciente
No es aconsejable el cambio entre genéricos porque puede producir variar los
perfiles farmacocinéticos con lo que se puede modificar
el efecto deseado o aumentar los efectos secundarios.
La monoterapia debe ser la elección
siempre que sea posible, y si esta fracasa una vez se ha asegurado que se han
alcanzado niveles terapéuticos se debe cambiar a otro fármaco bajo estricta
supervisión médica
La combinación de 2 fármacos solo
debe ser considerada cuando hayan fracasado varios intentos de control de las
crisis en monoterapia. Si a pesar de ello no se controlan, se deberá valorar
con qué terapia estaba mejor controlado el paciente, teniendo en cuenta la
frecuencia de aparición de crisis así como los efectos secundarios.
El tratamiento con un AED se debe
iniciar ante una segunda crisis epiléptica. Ante un primer ataque epiléptico se
debe considerar el inicio del tratamiento con AED si:
Existe déficit neurológico.
El EEG demuestra
actividad epiléptica inequívoca.
La familia no quieren correr el
riesgo de un segundo ataque epiléptico.
En las pruebas de imagen se
observa alteración estructural.
Para optimizar la adherencia al
tratamiento se debe:
Educación sanitaria a paciente y
familia.
Disminuir el estigma que supone la enfermedad.
Utilizar prescripciones sencillas
de cumplir.
Mantener buena relación entre los
distintos niveles sanitarios y estos con la familia o cuidadores.
El control analítico de rutina no
está recomendado, salvo indicación clínica. Se debe realizar control analítico
si:
Existe ausencia de adaptacion al
tratamiento.
Sospecha de toxicidad.
Tratamiento de las interacciones
farmacocinéticas.
Situaciones clínicas específicas y muy puntuales tales como estatus epiléptico, embarazo, fallo orgánico.
La decisión para retirar la
medicación se debe hacer en consenso con el paciente, la familia o cuidadores
una vez que hayan comprendido el riesgo de un posible nuevo ataque, una vez
tenida en cuenta el tipo de epilepsia, pronóstico ,calidad de vida y siempre que hayan pasado 2 años sin ningún ataque.
La retirada debe realizarse lentamente, a lo largo de 2-3 meses.
La retirada debe realizarse lentamente, a lo largo de 2-3 meses.
La intervención psicológica puede
ser utilizada conjuntamente con el AED, si este no realiza un control adecuado
de la epilepsia, aunque no debe ser una alternativa a los AEDs..
Los ataques convulsivos que duran más de 5
minutos o que se repiten por tres ocasiones en 1 hora deben recibir tratamiento
urgente y como primera elección se debe escoger el Diacepam rectal
que es seguro y eficaz.
La Epilepsia - Sociedad Española de Neurología
http://youtu.be/GZddl7MO86I
Síntomas de la epilepsia
El síntoma epiléptico por
excelencia, y aquel que define la enfermedad, es la crisis epiléptica, ya que
es preciso que se presenten dos o más crisis espontáneas para que se
diagnostique esta patología, debido a que se puede tener una crisis epiléptica
aislada y ello no significa que se padezca epilepsia.
Otros síntomas de la
epilepsia, son mareos, dificultad para hablar, sensación de desconexión con el
entorno, convulsiones, rigidez muscular, etc.
Por otra parte, se denomina
síndrome epiléptico al conjunto de síntomas y signos que definen un proceso
epiléptico por el tipo de crisis, su historia natural, que incluye una o varias
causas reconocidas, la predisposición hereditaria, un determinado tipo de
crisis y de anomalías en el EEG, la respuesta al tratamiento y el pronóstico.
Las manifestaciones clínicas de
una crisis epiléptica se presentan de forma repentina y su duración es breve.
Pueden ser motoras, sensitivas, vegetativas, psíquicas, con o sin disminución
de la consciencia. Los síntomas dependen del área cerebral en la que se origina
la descarga, y de su extensión o no al conjunto del cerebro.
Una crisis
epiléptica se considera un síntoma y, con carácter aislado, no demuestra la
existencia de un síndrome o enfermedad epiléptica; de hecho, del 2 al 3 %
de la población sufre una crisis epiléptica en algún momento de su vida.
La neurocirugía está
indicada cuando la epilepsia es resistente a los AEDs.
La cirugía puede ser paliativa o curativa.
La cirugia paliativa se realiza
en los casos de epilepsias catastróficas.
La valoración de realizar una cirugía resectiva, que pueda ser curativa, debe realizarse antes del planteamiento de realizar tratamientos paliativos como la estimulación del nervio vago.
La valoración de realizar una cirugía resectiva, que pueda ser curativa, debe realizarse antes del planteamiento de realizar tratamientos paliativos como la estimulación del nervio vago.
Esta valoración tiene dos fases:
una no invasiva y una invasiva;
La valoracion no invasiva
consiste en realizar estudios clínicas que no necesitan de una intervención
quirúrgica.
Estos estudios son:
EEGbasal, un video monitoreo, una
IRM de cerebro con
características especiales, de acuerdo al tipo de epilepsia que estemos
investigando.
Pueden sumarse estudios de S.P.E.C.T. o de P.E.T. Siempre incluye
además una valoración neurosicológica.
Los estudios de Fase 2, que
necesitan de una cirugía son:
la colocación de electrodos subdurales o estimulación cortical transoperatoria.
A esta fase se llega en los casos
de difícil diagnóstico, o en los que no hay una lesión visible en las imágenes.
Hay que tomar en cuenta además,
de que la cirugía de epilepsia no consiste en sacar una lesión, sino en
delimitar una zona desde donde se originan las crisis convulsivas.
Es por esto que se necesitan de
todos estos estudios, antes de decidirse por un tratamiento quirúrgico.
La estimulación del nervio vago
es una alternativa en aquellos pacientes en los que no hay control completo de
los ataques y donde la cirugía está contraindicada. Está indicada en crisis
parciales (incluyendo las secundariamente generalizadas) y las crisis
generalizadas.
En casos severos, una opción
quirúrgica es realizar una escisión cerebral.
Esta operación consta de un corte
en el cerebro que imposibilita que los hemisferios cerebrales se comuniquen.
Esta falta de comunicación genera
que coexistan dos mentes en un cerebro, ya que puede haber información que es conocida
por un hemisferio y desconocida por el otro, así como pueden haber conductas
generada por un hemisferio y desconocidas por el otro.
A pesar de que esta operación
genera una lesión cerebral que conlleva efectos colaterales indeseados, los
pacientes logran controlar las crisis epilépticas lo que implica un gran avance
a su calidad de vida.
La epilepsia si está controlada
no es un problema en el embarzo, tiene gran importancia: el
control de las crisis, prevención de golpes al feto, y el uso de medicamentos.
Los fármacos no se deben interrumpir
aunque se aconseja que se utilice un único fármaco antiepileptico y que se use
en la mínima dosis posible,
Las crisis epilépticas no
conducen inevitablemente a una reducción de determinadas funciones cerebrales
(por ej. la inteligencia), aunque sea un prejuicio muy
extendido.
La necesidad de superar la
enfermedad, rechazos en la escuela, en el trabajo y en diversos grupos
sociales, por los prejuicios de sus semejantes debido al desconocimiento de
la epilepsia, hacen que los pacientes tengan que sufrir a menudo cargas
emocionales exageradas en comparación con la realidad de la enfermedad.
Por otro lado, en muchos países se
limita el acceso a licencias de conducir, de pilotar o de manejar maquinaria,
lo que a veces reduce la posibilidad de elegir un trabajo. Estas prohibiciones
no suelen afectar a aquellos pacientes que puedan controlar sus crisis.
En caso de presenciar un ataque
epiléptico, es importante tener las siguientes consideraciones:
No mover al paciente del sitio.
No meter nada en la boca.
Evitar si es posible que se
golpee la cabeza.
Solo en casos puntuales es
necesario ir a urgencias:
si es una mujer embarazada;
si existe un traumatismo
importante;
si tiene varias crisis y entre
una y otra no recupera la conciencia o si una crisis dura más de 5 minutos;
ambos casos sería un estatus epiléptico, siendo muy peligroso.
En la fase tónica de una crisis
no se respira debido a una contracción de todos los músculos del cuerpo.
El oxígeno que
hay en el cuerpo va a los órganos vitales, por ese motivo los labios y orejas pueden
presentar cianosis.
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