sábado, 22 de octubre de 2016

LA AMIGDALA , CENTINELA DE NUESTRAS EMOCIONES

  localizacion de la amigdala en el cerebro 

La amígdala forma parte del llamado cerebro profundo, esa parte del cerebro donde priman las emociones básicas como la rabia o el miedo y el instinto de supervivencia , un instinto básico para la evolución de cualquier especie. 

Ese es el motivo por el que la amígdala, esta estructura en forma de almendra , sea propia de todos los vertebrados y se halle en la profundidad de los lóbulos temporales , formando parte del sistema límbico y procesando todo lo relativo a nuestras reacciones emocionales.

En neurobiología es casi imposible asociar una sola emoción o una sola función a cualquier estructura, pero cuando hablamos de la amígdala podemos decir , sin equivocarnos , que es una de las estructuras más importantes asociadas al mundo de las emociones, es lo que hace , por ejemplo , que seamos más variables que cualquier pariente evolutivo cercano, 

la amigdala es la responsable de que podamos escapar de situaciones de riesgo o peligro, pero también es la que nos obliga a recordar nuestros traumas infantiles, y todo aquello que nos ha hecho sufrir en algún momento.

LA AMIGDALA Y EL APRENDIZAJE EMOCIONAL

Un ejemplo sencillo. 

Acabamos de trabajar y nos dirigimos a nuestro coche , aparcado en una calle cercana , es de noche y hay muy poca iluminación...esa penumbra nos pone en aviso, 

La oscuridad es un escenario que evolutivamente hemos asociado como indicador de riesgo y peligro y es por eso que apresuremos nuestros pasos para encontrar el coche... pero ocurre algo, alguien se nos acerca y nuestra reacción lógica es empezar a correr para huir.

Mediante esta sencilla escena podemos deducir muchas de las funciones instaladas en la amígdala: 

La amigdala es quien nos pone en aviso de que la oscuridad es un riesgo y de que esa persona que se acerca también lo y , más aún , habremos creado un aprendizaje nuevo al deducir mediante el miedo que al día siguiente no aparquemos el coche en esa zona.

Los recuerdos y experiencias con mucha carga emocional hacen que nuestras conexiones sinápticas estén asociadas a esta estructura provocándonos efectos tales como taquicardias, aumento de la respiración, liberación de hormonas del estrés… las personas que , por ejemplo , tienen la amígdala dañada, son incapaces de detectar situaciones de riesgo o peligro. 

La amígdala nos ayuda a buscar una estrategia adecuada después de haber identificado un estímulo negativo, pero ¿Cómo identificamos que ese estímulo nos puede hacer daño? Por aprendizaje, por condicionamiento , en definitiva , por esos conceptos básicos que como especie reconocemos como dañinos. 

Daniel Goleman por ejemplo, introdujo el concepto de “secuestro amigdalar” para referirse a esas situaciones en las que nos dejamos llevar por el miedo y o la angustia de un modo que no es adaptativo , qué no es lógico y donde la desesperación, nos impide encontrar la respuesta adecuada. 

LA AMIGDALA Y LA MEMORIA

La amígdala está asociada en asentar nuestros recuerdos y nuestra memoria, 

Son muchas las ocasiones en las que determinados hechos están asociados a una emoción muy intensa como , por ejemplo , una escena de infancia , una pérdida o un instante en que hemos sentido inquietud o miedo…cuando nuestros sentimientos son más afilados más conexiones neuronales se suceden alrededor del sistema límbico y la amígdala, es más, 

Muchos científicos están estudiando determinar qué tipo de detalles bioquímicos afectan a esta estructura para aplicarlos a posibles tratamientos terapéuticos y farmacológicos con los que minimizar los traumas infantiles.

No debemos limitarnos a asociar al miedo con una situacion negativa capaz de causarnos traumas y problemas psicológicos y , al contrario, es un interruptor que nos avisa y que nos protege, es el centinela que ha permitido generación tras generación que podamos evolucionar teniendo como base nuestra protección y la de los nuestros. 

La amígdala es una estructura primitiva de nuestro cerebro que cuida de nosotros y que nos da una visión equilibrada de los riesgos; el miedo, como el placer es esencial en nuestra riqueza emocional como seres vivos.


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