viernes, 12 de agosto de 2016

EL CALOR Y COMO AFECTA A NUESTRO SISTEMA NERVIOSO....


Cada año, la Sociedad Española de Neurología (SEN) nos recuerda que debemos seguir unas pautas básicas para cuidarnos durante esta época. 

Y es que a nuestro cerebro le sienta fatal el verano, al menos si vivimos en un país con altas temperaturas como el nuestro.

El motivo fundamental es que el calor interfiere con la actividad del hipotálamo, una parte muy importante de nuestro órgano pensante que, entre otras muchas funciones, se ocupa de regular nuestra temperatura corporal. 

Como es previsible, este efecto tiene a su vez otras consecuencias más o menos dramáticas, entre ellas que dormimos bastante peor que en invierno.

Además, por encima de los 30⁰ C el impulso nervioso se ralentiza, provocando cansancio y fatiga. 

Como resultado de todo esto podríamos decir que estamos para el arrastre, no rendimos bien y somos más peligrosos al volante debido a la somnolencia.

Por otro lado, parece que la estacionalidad afecta más de lo que pensábamos a nuestro sistema nervioso, como así sugiere un estudio publicado en PNAS a principios de año, que mostró diferencias en la actividad cerebral de los participantes en función de la época en la que se tomaban las imágenes de resonancia magnética.

Peor para los enfermos mentales

Si bien las personas que no sufren ningún problema neurológico sobrellevan el calor con más o menos dignidad, los que padecen migrañas pueden notar cómo sus síntomas empeoran, ya que las altas temperaturas y los contrastes térmicos de los aires acondicionados desencadenan dolores de cabeza.

Si se altera el equilibrio hídrico del cuerpo, la efectividad de los medicamentos puede disminuir y quienes toman algún tipo de medicación, como por ejemplo pacientes afectados de epilepsia, deben tomar cantidad suficiente de líquidos para evitar que se altere el equilibrio hídrico del cuerpo, pues eso a su vez afecta a la cantidad de fármacos en sangre.

Según indican los expertos de la SEN, durante el verano es muy frecuente que los pacientes acudan alarmados a su médico alarmados, pensando que su enfermedad se ha agravado, cuando simplemente es un efecto de las altas temperaturas.

Recomendación: sentido común

¿Qué hacer para proteger a nuestro cerebro del calor? 

Basta seguir las recomendaciones generales que se dan para el verano: 

evitar hacer ejercicio intenso y estar en la calle en las horas centrales del dia, beber muchos líquidos, seguir la dieta mediterránea y consumir alimentos con mucha agua, usar ropa transpirable, etc.

Con un poco de sentido común lograremos evitar que nuestro sistema nervioso sufra los estragos del verano.


Fuentes: "Repensar el cerebro" (Antonio Rial) y revista PNAS.

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